miércoles, mayo 30, 2007

Lectura comprensiva de la realidad I
Entre la madre y la abuela.

Mará tiene 3 años, habla poco y juega bastante, es hija única, de una joven de 21 años, Julia, soltera, que terminó la primaria y trabaja desde ese tiempo en la calle, y otras veces bajando cargas por la tarde en una fábrica. Ambas viven en la casa de la abuela, María, quien es madre de la madre de Julia, abandonada por su progenitora a los 6 años.

La joven madre, tiene horarios disparejos, a veces sale de noche, otras de madrugada, sin días fijos. Trata de juntar dinero para alimentar a quienes quedan en la casa. Le cuesta hablar con su hija. A veces solo la mira y siente dolor, rabia, y llora en silencio. No la esperaba, al menos tan pronto, su novio le había prometido muchas cosas, y bajo ese manto mágico que fue tejiendo en su cabeza se engendró Mará.

La abuela, es adulta, ronda los 60 años, pero aparenta más, como la mayoría de las personas que viven en zonas de exclusión social. De joven crió a dos hijas, fruto de una relación complicada con el hijo de un empresario, en donde ella trabajaba como empleada, haciendo los quehaceres de la casa. Nunca fueron reconocidas, y las tres fueron olvidadas.

La mayor de sus hijas fue a Buenos Aires a trabajar, y sigue allí con una familia formada; casi nunca hablan, y se ven cada vez que muere un pariente cercano. La menor, fue madre muy joven, y se juntó más tarde con un hombre muy mayor, vive hacia la frontera con Brasil, en el campo; tiene pocos datos de su ubicación, y nunca se han comunicado.

Mará, obtiene su nombre de la frase coloquial del barrio “mara pio reju” (para qué viniste), utilizada normalmente cuando nacen criaturas no esperadas. Está todo el día en la casa, con la abuela, a quien llama mamá, como lo hace su madre biológica, a esta última la llama por su nombre. A veces ve a Julia, otras veces no, de hecho en ocasiones pasan días sin encontrarse; casi siempre come con la abuela, ella le deja comer con las manos, esto le encanta, dar vuelta la comida, el plato, etc.; pero cuando está Julia, no puede hacerlo, pues le grita cosas que casi no entiende, y hasta le da golpes.

El dibujo es algo que le fascina a Mará, siempre esta pintando cosas, aún cuando no tiene papel, y buscando lápices o algún objeto que tenga a mano, para esto Julia siempre le ayuda, le hace un bosquejo inicial y ella lo rellena a su modo. Cada día le salen cosas nuevas en el papel, y cuando le muestra a la abuela, ésta la ignora.

Jugar con las criaturas que viven cerca de la casa es lo máximo para Mará, no tiene hora de terminación para esto, salvo cuando Julia está en la casa, que siempre la llama al caer el sol; lo cual no ocurre cuando está sola con la abuela, quien sale a tomar mate con las vecinas en la calle, y desde allí la observa sin gritarle.

En el barrio hay algunos / as niños / as que ya van a la escuela, distante a 20 cuadras. Mará ya quiere ir, pues tiene amiguitas que ya van, no sabe para qué van tan lejos cargadas de cosas, pero cuando le muestran sus cuadernos, a ella se le iluminan los ojos, se sorprende de figuras y colores que nunca ha visto. Ella pide en la casa que la lleven a la escuela, pero nadie le explica qué es ese lugar, y nadie le da la certeza de que en realidad podrá ir cuando le llegue la edad adecuada.

BE.

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