Violencia, niñez y
medios de comunicación.
Han pasado más de 20 años desde la ratificación por parte de
Paraguay de la Convención de los Derechos del Niño, sin embargo, ese acto no constituye
en sí una garantía de que las pautas culturales de una sociedad se modifiquen de
la noche a la mañana. En nuestro país donde hasta antes de tener 18 años, no se
es persona, más bien un objeto de propiedad exclusiva del mundo adulto, la
violencia hacia la niñez está normalizada y programada como tal por los medios
de reproducción social: la familia, la escuela, los medios de comunicación, las
instituciones, entre otros.
La violencia hacia la niñez es perversa, en cualquiera de
sus formas, especialmente por la condición de vulnerabilidad en la que se
ubican; dado que el ejercicio de dominación y poder por parte de una persona
“adulta” o con “autoridad” genera un condicionamiento de sumisión casi total,
donde no hay maniobra de autonomía o pensamiento propio.
La pobreza y la exclusión a la cual están sometidas de forma
inhumana las personas son elementos de la violencia estructural, pero muchas veces
vista por la sociedad como situaciones normales que son propias del paisaje
cotidiano; cuando en realidad debería ser una vergüenza, principalmente
política y humanitaria, tanto de las autoridades como la ciudadanía.
Una legislación no modifica la conducta o forma de pensar o
actuar de la sociedad, por el solo hecho de existir, su aplicación por un lado y su funcionamiento efectivo por
otro, forman parte de una serie de procesos políticos, institucionales y sociales,
que deben ser guiados con liderazgo por parte de las autoridades. La conducción
de la sociedad por medio de sus instituciones es un factor clave en este
ejercicio de transformación de las prácticas culturales que son aceptadas,
normalizadas y reproducidas en la actualidad;
en definitiva, en el mundo de las relaciones humanas cualquier norma que se
establezca debe ser parte de un proceso de construcción social.
El papel que juegan los medios de comunicación, en su rol de
formadores de opinión, es determinante para poner fin a la normalización de la
violencia hacia la niñez. Pero en éste, como en todos los otros temas de interés
público que requieren de abordajes serios y responsables de su parte, en muchos
casos aún continúa siendo una materia pendiente por parte de dicho sector. El principio
de interés superior del niño, no termina de dimensionarse ni comprenderse, al
momento de informar, opinar o simplemente publicitar.
En sociedades conservadoras y/o de bajo nivel educativo, los
medios juegan un rol de normalización, dado que lo que publican o dejan de
hacerlo, no solo es tomado como una noticia, también es vista como una verdad
prácticamente absoluta. La falta de capacidad para procesar las noticias,
imágenes u opiniones, de forma crítica por parte de las personas, hace que el
poder ejercido por los medios sobre las mismas sea aún mucho mayor.
En países con mayores niveles de desarrollo los medios de
comunicación, sean públicos o privados, cuentan con mecanismos de regulación y/o
autorregulación; así logran hacer una entrega de información a la sociedad con
mayor nivel analítico, guardando tanto en forma como fondo una plena
observancia hacia los derechos humanos, siendo bastiones de la libertad de
expresión, y un contrapeso del poder político en las sociedades democráticas.
Aníbal Cabrera
Echeverría.
23 de febrero de 2015.