miércoles, mayo 30, 2007

Lectura comprensiva de la realidad II
Entre la casa y la escuela.

Marcos va al primer grado, tiene 6 años, el año pasado había venido a la escuela, pero nadie le explicó que tendría que venir cada año, casi cada día. Camina mucho, pero no siente el cansancio pues recorre la distancia jugando y saltando, riendo con otros vecinos que también son compañeros suyos.

Es el último hijo, tiene una hermana mayor de 10 años y un hermano de 8 años, van a otra escuela, en principio él iba con ellos, pero luego un día le cambiaron, la profesora le hablaba mucho, y no le entendía, en ocasiones le gritaba por no sacar el cuaderno del bolso.

Sus padres tienen 32 años, Luis, el papá trabaja como obrero en una fábrica que hace solventes químicos para pinturas, está a dos horas de la casa donde viven, por tanto debe salir en la madrugada y regresa tarde en la noche. Los fines de semana juega fútbol en la cancha del barrio, y toma con sus amigos, tiene todo su tiempo ocupado, y casi no ve a sus hijos.

Elsa, la madre trabaja en la casa cosiendo ropas viejas, y haciendo de paso los quehaceres domésticos, cocina, lava, plancha, barre, etc. Se levanta con el marido y se acuesta luego que este ya se haya dormido, pues ver los uniformes de sus hijos para la escuela es la última tarea del día que tiene para realizar. Casi no se relaciona con las personas que viven en el barrio.

Jugar en el árbol es la pasión de Marcos, trepa tan alto que las ramas casi se doblan con él, su madre le dice que tenga cuidado, en cambio su padre no le dice nada, solo lo mira. Hace unas semanas, cuando venia bajándose, tuvo un resbalón y cayó al suelo, se rozó la rodilla con una piedra y le causó un corte leve; se levantó como si nada cuando ve a su madre correr hacia él gritando y llorando, lo cual le hizo hacer lo mismo a él; su padre llegó luego, pues siempre camina pausadamente, y al verlo llorar, le grita para que guarde silencio.

La escuela es un lugar donde cada día Marcos descubre algo nuevo. Ayer, la profesora le envió una nota a su madre para que vaya junta a ella. Es que hace días que el niño no copia nada. Pasa algo curioso, durante las horas de clase no trabaja, pero al día siguiente aparece con la tarea hecha, y bien hecha. Ya le han dicho que debe copiar en la sala, y que deje de transcribir en casa las lecciones de memoria.

En casa, en los últimos años, escucha cómo sus padres se gritan por temas de dinero, su hermana llora cuando esto pasa, su hermano sale corriendo de la casa, y él solo se queda mirando en silencio la escena, que casi ya la conoce de memoria. Cuando pasa esto, amanece con la cama mojada, y su madre lo golpea.

Tiene amigos, pocos, la mayoría de éstos menores que él, no lidera el grupo, solo se deja llevar por el resto. Los que son mayores que él le llaman tonto, o bobo, y eso le duele, no sabe bien porqué pero siempre le excluyen. Su madre le abraza en silencio cuando esto pasa, en cambio su padre le exige que vaya a golpear a quienes le dicen esas cosas.

Con su hermano casi no juega, pues le ignora al momento de elegir a alguien para el partido de niños. En cambio su hermana, siempre rodeada de niñas, lo llama para interpretar algún papel en los juegos que hacen. Esto pone nervioso a su padre, quien a veces lo golpea por jugar con niñas.
BE.
Lectura comprensiva de la realidad I
Entre la madre y la abuela.

Mará tiene 3 años, habla poco y juega bastante, es hija única, de una joven de 21 años, Julia, soltera, que terminó la primaria y trabaja desde ese tiempo en la calle, y otras veces bajando cargas por la tarde en una fábrica. Ambas viven en la casa de la abuela, María, quien es madre de la madre de Julia, abandonada por su progenitora a los 6 años.

La joven madre, tiene horarios disparejos, a veces sale de noche, otras de madrugada, sin días fijos. Trata de juntar dinero para alimentar a quienes quedan en la casa. Le cuesta hablar con su hija. A veces solo la mira y siente dolor, rabia, y llora en silencio. No la esperaba, al menos tan pronto, su novio le había prometido muchas cosas, y bajo ese manto mágico que fue tejiendo en su cabeza se engendró Mará.

La abuela, es adulta, ronda los 60 años, pero aparenta más, como la mayoría de las personas que viven en zonas de exclusión social. De joven crió a dos hijas, fruto de una relación complicada con el hijo de un empresario, en donde ella trabajaba como empleada, haciendo los quehaceres de la casa. Nunca fueron reconocidas, y las tres fueron olvidadas.

La mayor de sus hijas fue a Buenos Aires a trabajar, y sigue allí con una familia formada; casi nunca hablan, y se ven cada vez que muere un pariente cercano. La menor, fue madre muy joven, y se juntó más tarde con un hombre muy mayor, vive hacia la frontera con Brasil, en el campo; tiene pocos datos de su ubicación, y nunca se han comunicado.

Mará, obtiene su nombre de la frase coloquial del barrio “mara pio reju” (para qué viniste), utilizada normalmente cuando nacen criaturas no esperadas. Está todo el día en la casa, con la abuela, a quien llama mamá, como lo hace su madre biológica, a esta última la llama por su nombre. A veces ve a Julia, otras veces no, de hecho en ocasiones pasan días sin encontrarse; casi siempre come con la abuela, ella le deja comer con las manos, esto le encanta, dar vuelta la comida, el plato, etc.; pero cuando está Julia, no puede hacerlo, pues le grita cosas que casi no entiende, y hasta le da golpes.

El dibujo es algo que le fascina a Mará, siempre esta pintando cosas, aún cuando no tiene papel, y buscando lápices o algún objeto que tenga a mano, para esto Julia siempre le ayuda, le hace un bosquejo inicial y ella lo rellena a su modo. Cada día le salen cosas nuevas en el papel, y cuando le muestra a la abuela, ésta la ignora.

Jugar con las criaturas que viven cerca de la casa es lo máximo para Mará, no tiene hora de terminación para esto, salvo cuando Julia está en la casa, que siempre la llama al caer el sol; lo cual no ocurre cuando está sola con la abuela, quien sale a tomar mate con las vecinas en la calle, y desde allí la observa sin gritarle.

En el barrio hay algunos / as niños / as que ya van a la escuela, distante a 20 cuadras. Mará ya quiere ir, pues tiene amiguitas que ya van, no sabe para qué van tan lejos cargadas de cosas, pero cuando le muestran sus cuadernos, a ella se le iluminan los ojos, se sorprende de figuras y colores que nunca ha visto. Ella pide en la casa que la lleven a la escuela, pero nadie le explica qué es ese lugar, y nadie le da la certeza de que en realidad podrá ir cuando le llegue la edad adecuada.

BE.