lunes, abril 21, 2008

Percepciones vivénciales IV: Independencia, alternancia, esperanza.

Paraguay, desde hace 61 años (1954) ha sido cooptado por una mafia, fruto de las relaciones incestuosas entre las oligarquías, las fuerzas armadas, y un partido político, el colorado. Las consecuencias son más que evidentes, una nación con recursos naturales suficientes para ser auto-sustentada, pero con un alto índice de pobreza, exclusión y marginación, agudizada en los últimos 5 años por una masiva migración, tanto a países limítrofes como a Europa, generando fragmentaciones, frustraciones e impotencia, tanto a nivel familiar como social.

En 1989, caía una dictadura político-militar, que tras 35 años, dejó al país sumido por sobre todo en una gran ignorancia, e incapacidad individual en ser personas libres y autónomas, puesto que la educación y cultura fueron subyugados por el régimen, como parte de su estrategia de prevalecía y control de la población. Pero este hecho, no puede ser visto como un logro de la ciudadanía, el golpe de Estado del 2 y 3 de febrero se dio por entre otras cosas, para poder mantener el sistema existente, con otro titulo, el de régimen democrático.

Más que una segunda independencia, luego de 1811 cuando el país se desligaba de la corona Española, el hecho histórico vivido en Paraguay el domingo 20 de abril de 2008, tras las Elecciones Nacionales, significa una recuperación de la dignidad de la población, y un rescate del Estado de la mafia que usurpo el poder por décadas, sirviéndose de los recursos públicos de manera impune, sin verdadero interés en el bienestar colectivo.

El cambio es una palabra que por muchos años género rechazo, pues el miedo a lo desconocido se había instalado de modo perfecto en el inconciente de las personas, tras las guerras y las dictaduras, saliendo a vagar como un fantasma eficiente al momento de hacer una elección decente y razonable, cuando se acuden a las urnas. Situación que se halla muy ligada a las frases conocidas de épocas pasadas como “no te metas” o “no hables mucho”, entre otras.

Lo anterior sigue estando vigente, pero este domingo venció el cansancio, el sufrimiento y el sacrificio, por sobre la arrogancia, la impunidad y el autoritarismo. La alternancia en ningún caso implica una verdadera alternativa, situación que es importante visualizarla, no solo para evitar frustraciones futuras, sino para tener puestos todos los sentidos en cada paso que se vaya dando, de cara a continuar caminando en la senda del proceso de transformación del país, dejando de ser un mero espacio geográfico, convirtiéndose en un lugar que brinde las condiciones necesarias para que la población pueda desarrollarse de modo económico, político y social, sin necesidad de rendir pleitesías a grupos privilegiados empotrados en la estructura burocrática del Estado o refugiarse en otros países.

La esperanza es el principal capital moral de la victoria de la Alianza Patriótica para el Cambio, un conglomerado de partidos políticos de derecha e izquierda, y movimientos sociales, que lleva a Fernando Lugo, ex-obispo de la Iglesia Católica, a ser el próximo Presidente de la República desde el 15 de agosto de 2008, cuando asuma el Poder Ejecutivo en Paraguay; pero este valor otorgado en las urnas no puede ser bajo ningún motivo un cheque en blanco, es deber de la ciudadanía, y en particular de las personas jóvenes asumir un compromiso, no solo de velar por el cumplimiento de las promesas, sino de trabajar con ahínco en logro de un país con mayor inclusión social, y un respecto irrestricto a los Derechos Humanos.

Los procesos históricos tienen como protagonistas a personas que cuentan con la capacidad de transmitir sus valores y convicciones, y liderar los esfuerzos para modificar las condiciones actuales en las que un pueblo se encuentra; y en Paraguay, no solo se esta escribiendo la historia, también se la está construyendo sobre la base de la recuperación de la capacidad de asombro, la dignidad humana, y del poder por parte del pueblo; se están desaprendiendo viejas prácticas, donde el significado de la democracia no se reduce a una simple representación, pues la participación ha demostrado su eficacia, y se ha convertido en un nuevo signo de los tiempos, en consonancia con los demás procesos que se viven en nivel regional en América Latina.


Aníbal Cabrera Echeverría
abcabreche@gmail.com
21 de abril de 2008.